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Por ELVIA ANDRADE BARAJAS

ACOLMAN, ESTADO DE MEXICO, 20 de diciembre de 2022.- “¡No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es romper la piñata!” cantan al romperlas en las fiestas de Navidad, con las que la Iglesia Católica, desde 1586 a través de los frailes agustinos de Acolman empezó a evangelizar y bautizar a los pobladores de la región, tras recibir la autorización del Papa Sixto V para celebrar lo que se llamó “misas de aguinaldo”, que se convirtieron en las posadas.

Desde entonces hay una gran lucha entre el bien y el mal en la conciencia de cada persona durante las fechas decembrinas, previas al nacimiento del Niño Jesús.

Acolman no es un municipio piñatero, pero sí el más importante, porque aquí nació la tradición de la piñata, que trajeron de China y Europa los frailes agustinos para evangelizar y bautizar a los pobladores, a quienes reunían en “misas de aguinaldo”, para romper piñatas de siete picos, con lo que buscaban acabar con el diablo y los siete pecados capitales: ira, gula, soberbia, lujuria, pereza, avaricia y envidia.

“Se supone que la piñata es el diablo, el mal y al romperla, la recompensa es el bien, representado en la fruta, los dulces”, asegura Rocío Rodríguez Zacarías, dueña del taller de piñatas La Romanita, famoso por haber creado la piñata más grande del mundo y romper un récord Guinness hace 20 años.

 

Se espera que, tras romper la piñata de siete picos, se destruye al diablo, al mal que ataca a las personas en diferentes formas.

Luego se rompe la piñata de cinco picos, que representa a Belem, el bien, y debe llenarse de dulces, para endulzar la vida y transformar los pecados capitales en virtudes:


Soberbia por humildad, modestia
Avaricia por Generosidad, altruismo, filantropía
Lujuria por Castidad, frenar los placeres sexuales
Ira por paciencia, actitud para sobrevellar dificultades
Gula por templanza, moderación, dominar la voluntad sobre los instintos
Envidia por caridad, empatía, amistad.
Pereza por Diligencia, trabajo, práctica, compromiso.

“Acolman no es un pueblo piñatero.  Aquí se festeja la Feria de la Piñata, porque aquí se rompió la primera de Latinoamérica en el Siglo 16.  Los misioneros agustinos lo hicieron tradición como parte de la evangelización dándole un sentido religioso que se ha extendió a toda Latinoamérica como una tradición mexicana”, afirma Rocío Rodríguez.

Originalmente las piñatas se elaboraban en una olla de barro con picos de cartón recubiertos por papel de china de colores muy fuertes.
La misa de aguinaldo era un festejo en el que la gente ofrecía a la Iglesia parte de lo que ganaba en el año; de ahí surge el aguinaldo anual a los trabajadores, cita Rocío mientras reviste el pico de una piñata con colores amarillo, rosa, violeta.

Sin dejar de untar engrudo con una brocha, agrega:

Los colores que usamos en las piñatas son colores llamativos y no hay una regla para la decoración de las mismas, por lo que las visten hasta de caricaturas y personajes diversos.

Rocío sostiene que su madre Romana fue reconocida como la única artesana de piñatas en Acolman, donde se rompió la primera en la historia de México, pero el gobierno ha preparado a otras generaciones para que la tradición no se pierda.

En la Feria de la Piñata curiosamente se da más impulso a la venta de productos de otros estados e incluso países, la gastronomía, el baile y la danza, que a la propia piñata.

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